(contemplaciones
ante el filme de Luis Buñuel)
Los
olvidados,
los
hermosos olvidados de la oración
los
olvidados
puros
como la sal en el puño de un verano
solemnes
con sus manos vacías
con el
hambre que les alumbra el horario
donde
sobrevivir es un salmo amargo y a la vez de sangre
proscritos
de la ciudad
se
desamparan los ojos con la gente
la
soledad es su verbo
los pies
descalzos hablan con el llanto
y el
próximo día es una muerte.
Sentado
en esta mesa de poesía
los
escribo solo, como ellos
como
ellos siento las letras de seca muchedumbre
que los
respira, invisible,
oh,
cáliz de la pobreza, a la boca te brindas
te
brindas a una sed encarcelada
o parece
que solo te derramas como tierra árida
como
labriego triste de las uvas.
Ahora,
de espaldas a la catedral piden limosna
ocultan
la sombra besada por el rostro;
un ángel
pequeño les susurra en el oído
el
tálamo vacío en un ruedo de esperanza.
Con esta
moneda,
buscaré
una cesta sencilla de pan
o tan
solo el movimiento de los labios
cuando
aprestan el bocado salvador,
y con el
amor, tan lejos.
Marioantonio
Rosa.© 2014