domingo, 25 de noviembre de 2012

CIUDADANO IV: DESCANSO EN JERUSALEN















He partido un trozo de cedro. El olor del tiempo se desviste en una visión que lleva en mis hombros, hábito de palabras. Esperé mucho esta visita al tabernáculo. Fueron, diría, pasajes que hice perder entre el rodaje de la razón, los fuertes asechos de Nietzche, pasadías con Stendhal, pulseos entre Sartre,Spinoza, Hegel, Kant, y otra diestra de filósofos, que deseo guardar por silencio en la memoria. Hablé en polinomios. Hablé en poesía, y aquí te encuentro: Cristo. Fue otra vez, una primera vez. La misma escena zurcida entre secretos, arenas, dunas, salones manchados de llanto, y las pequeñas crucifixiones de la mirada. Recordaba un Cristo el cual vuelve y se despierta a mi lado, sin una taza de café, o mis tostadas, o por la noche sentado en mi butaca, luego de un episodio de copas, amores de barra, deshielo del pudor, o el sonido ingenuo de las galletitas de chocolate, y el vaso tranquilo de leche persiguiendo una lectura sobre la poesía de Laura Gallego, o el asomo de Auden, poeta erguido de señales. Ahí estaba él, ignorándome, y yo ignorándolo. Cristo, estaba en mi butaca, deshojando una sangre de amor, tocando mis libros, o buscándole raza de vuelo a mis poemas. Desfigurado estoy por su misterio. Hay ríos en su presencia, el Jordán allá crestado en la voz de Juan, El Bautista...luego, si alguna duda queda, Lázaro en regreso de la muerte, o antes, Caná y la alquimia del agua.

Hablamos. La voces bailaron signos, los suyos, los míos; la sinagoga, la raíz de aquella estrella vieja perdida en mirra de las expediciones, la vendimia de ángeles largamente sembrados en lenguas de sequía, la borrachera de Herodes El Grande, podrido en la vagina de Salomé, la faca que desfigura inocencias, la huida a Egipto, el hambre en nácar de María, la madera inexpresiva de José, las sombras en alpargata; ya sea esparto, ya sea cáñamo. En fin, hablamos. Me abrazó, y recordé a mi padre en su abrazo señorial antes de irse al rigor de los planos, el cartabón, o las señales de cemento. Recordé a mi madre antes del beso de la merienda, recordé mi árbol genealógico, siglos antes del estupor, y la soledad de los nombres.

Dijo amarme. Esta palabra me descubrió, no la conocía. Ser poeta, muchas veces es callar la insolación del amor. O cerca, o lejos, mio o de otros. Al mismo tiempo el poeta fulgura por su verbo, amor, denuncia, descubrimiento. Cristo estaba echado en su mar vestido en el cardumen más extranjero al idioma de la cotidianidad. Dulce forastero, incrédulo a veces, como yo, para que le ame. Aquí los dos, uno frente al otro, sin decir nada, sólo el eclipse púrpura de una imaginación recordándose, recordándolo, vistiéndome hombre nuevo en la mirada de él. Confieso que no soy cristiano, pero él, lo dijo en el Evangelio Apócrifo de Tomás: “El Reino de Dios está en ti, y en derredor tuyo; levanta una roca y me hallarás, parte un trozo de madera, y allí estaré”

Cae la noche en Jerusalén. La plata de la noche es un milenio humeante entre visiones, pozos de soledad, Gaza, a los lejos, masacrada, y aviones henchidos por el odio jugando a los ángeles del fuego. Los trenes del viento tienen paso de sangre.

Yo descanso. Cristo sigue leyendo mis poemas al abandono.

Marioantonio Rosa.
2012DERECHOS RESERVADOS

sábado, 17 de noviembre de 2012

ADOQUINES DE DOS MUNDOS, COMO ANTESALA AL FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESIA DE PUERTO RICO...

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Bajo el abrazo de la Poesía, "Adoquines de Dos Mundos" como parte del Festival Internacional de Poesía:
Reciban un saludo de la junta del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico. Entre los objetivos principales del FIPPR, figura el...sentar las bases para un intercambio literario y cultural sostenido con los países iberoamericanos. Este intercambio se ha constatado en nuestras pasadas ediciones y se reanudará al recibir la visita del poeta español Rafael Soler. Como preámbulo a nuestra próxima edición, y apoderándonos de la conmemoración del Descubrimiento de Puerto Rico, celebraremos el recital ti...tulado: “Adoquines de dos mundos”.

Nacido en Valencia, Rafael Soler reside en Madrid, donde trabaja como profesor titular en la Universidad Politécnica de Madrid. Poeta y novelista, en los años ochenta tuvo una intensa producción literaria, que se inició con la publicación en 1.979 de su novela “El grito”, y el libro de poemas “Los sitios interiores” en 1.980, a los que siguieron títulos como “El corazón del lobo”, “El sueño de Torba” o “Barranco”, última de sus publicaciones en Cátedra en 1.985, así como dos libros de relatos. Vino luego un largo silencio editorial, que decidió romper en 2.009 con la publicación del libro de poemas “Maneras de volver”, al que siguió en 2.011 “Las cartas que debía”, libro que fue recomendado por la Asociación de Editores de Poesía, y en 2.012 “La vida en un puño”, antología publicada en Paraguay.

Además de Rafael Soler estarán en la lectura los poetas: (algunos por confirmar)

Antonio Rosa
Cindy Jiménez Vera
Iris Alejandra Maldonado
Lynette Mabel Pérez
Marcos Rodríguez-Frese
María de los Ángeles Camacho Rivas (Angie)
Mario Antonio Rosa
Pedro Juan Ávila Justiniano
Susie Medina Giraud
Vicente Rodríguez Nietzsche
Vilma Reyes
Violeta PujolsVer más

jueves, 15 de noviembre de 2012

PSICODELIAS URBANAS, EN LA SALA OLGA NOLLA UNIVERSIDAD METROPOLITANA
















Presentación del libro "Psicodelias Urbanas" de Lynnette Mabel Péerez

Maestra de ceremonias: Mirna Emanuelli

Miranda Merced - Psicodelia en la urbe

Poetas invitados:

1. Lulu Collazo - Una tarde con mi gato
2. Gloria Emanuelli - Claro amarillo
3. Ángel de León - La buena vida
4. Martha Emanuelli - Sodomía
5. JJ Jiménez - Esquela
6. Marlyn Cruz-Centeno - Serena Platina
7. Renia Fermaint - Caída libre
8. Juan Félix Algarín (a dueto) - Miedo en dos actos
9. Lynette Pérez - Rave Party
10. Zulma Quiñones - Cut and paste
11. Héctor García - Musicalización

martes, 13 de noviembre de 2012

CIUDADANO III: REGRESO A LA ISLA DEL FIN DEL MUNDO















Jakob Roggeveen, era el navegante. Con cartografía fresca y astrolabio la distinguió sigilosa en aire doliente y oro desfigurado. La supo solitaria, bajo  la inflamación que sólo se dibuja en un abismo de preguntas, la transpiración de unas huellas que no se conocen visibles, y la maternidad de piedra entre sus costas. Jakob, desfallecía. Tuvo miedo, miedo ancestral, de especias, de altura, miedo al todo, y de cómo el todo le hablaría, descubierto. El pueblo rapanui habría llegado a esta tierra desde una mítica isla llamada Hiva, siendo guiados por Hotu Matu'a, su primer ariki, o rey, hacia el siglo IV. Si alguna vez hubo sangre ya era un rastro noble de ídolos rotos. Hotu Matu’a buscaba una tierra donde asentar la sombra primigenia, el regazo de la voz que continuara relatando el legado. Ya advertido de la historia, el navegante neerlandés se aproxima al entorno rasgado por un misterio puro, de esos misterios que caen en los pies de cualquier letra a la leyenda. Creyó impregnarse del olor ancestral de unos habitantes en lujo de cielo, de cercanía a interpretarse bajo hambre de divinidad. Allá estaba la explanada, desmayándose en sendas estatuas de piedra, ya muy ancianas de cruzarse el silencio del mar una y otra vez. Era el georama incomprendido, pero deseado, incomprendido pero fiel a una nueva luz, incomprendido, pero justo a desnudarse.

Como si fuese el peso de un teatro, las estatuas eran magníficas. De pronto yo estaba allí, sin identidad constante. Estaba en la textura del primer granito, o escalpelo imaginario en incisión, buscando acampar en ese aliento de sombra que los siglos íntimos de cada piedra me brindaban. Desde niño echaba las barcazas de mis sueños hacia ellas. Le decía a mi padre “quiero ir a la isla de las rocas grandes”. “Tendrás que navegar mucho” me decía, “esa isla queda en mismísimo culo del mundo”. Buscaba en los mapas entonces, diluviado en una obsesión que disfrutaba y no me permitía llegar a  tierra. Hasta que la vi, y soñé. Me atreví verla como un cáliz, rebelde, fuerte, castigador, cuyo contenido era un brebaje inflable y visionario que te empujaba al intramundo y desde allí podías volar junto al cóndor y el turpial, tocar las salamandras de jaspe, y el litoral del dios descalzo. Mi mente esculpía la princesa desnuda a la que llamé Hinia-Nua, “flor de fortaleza” y que, con un arpa recitaba durante largos días la creación del mar. Tuve un ejército, galeones, nadadores hechos de caña y piedra caliza, y una corte de magos. No teníamos ropa, la desnudez era código, ensueño, idioma. Y de panorama, las estatuas; soberbios centinelas soplados a silencio, macizos en el puño del ingenio, perdidos en las hectáreas que parecían arrobar el limpio oráculo a una inmortalidad, levitada y merecida.

Aún no se sabe quién o cómo se erigieron las estatuas. La isla de Pascua, muy cerca del gran Chile de Gabriela Mistral o Pablo Neruda-Huidobro, otro príncipe encarnado-aparece cruzando despacio el nado con los ojos. Yo estuve en sus vidrieras. Mi niñez me cerca por las noches, perdido en mis lecturas, y llega a mi ventana la princesa desnuda, se despeina, suda su mar recordado, y empieza a besarme los ojos.

La isla, se acerca.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

CIUDADANO II: LA CASA DE LAS CARAS


























...contemplación de los sucesos en Belmez de la Moraleda en Jaén, España, año 1971.


Es una penumbra dulce, filosa, próspera. Se va educando en unas formas que a entrelíneas parecen desiguales, y de pronto, se van uniendo en su vapor personal, en su vapor de una vieja voz, de color gris, herida en su hospedaje de lamentos. Muchos la han visto: rostros perdidos en un grafito fuerte, capaz de espantar y sorprender. La primera vez, que siendo casa se impregnó de caras desconocidas fue en el verano de 1971, en  Bélmez de la Moraleda, al baño sur de la provincia de Jaén, en la Andalucía del Jerez, y de los mares. Una mañana en copa cansada de rutinas, una copa de paseos cortos, de aires disímiles, y mapas de sal achicando el cielo. Fue una mañana en la cintura de todos, el andar en pausas, la chimenea, los arneses, el cielo duro del caballo.

Voces de muerte encarcelada, quizás. Hay dimensiones abiertas, dicen estas letras. Yo, las escribo bajo el mando de un río inexpresivo, pero único. Aquella casa de la calle Real, número 5, palpitaba de caras. Caras ajenas, que no respiraban un retrato de familia, que no andaban en el péndulo del sol echando horas. Caras que avisan un misterio, o avisan una visita momificada en el tiempo. Ay, caras de un dolor tan seco bajo el rito del entierro. Voy sin mí, a buscar esas caras para escribirlas aquí, bajo orbe ciudadano. Soy torpe en mis pensamientos fronterizos, o adivino, o creo, o soy, limpia pregunta a las maravillas.

Las fotografías al piélago de su relato, no dejan de mirarme. Sigo buscando la sangre de aquellos nombres que sólo tienen cara, sin lenguaje, sólo el atisbo; ese silencio voraz como la ruptura de una pirámide hacia arriba, o cielo, o infierno, o mundo, o intramundo. María Cámara, la hacendosa señora que las vio primero se ha ido, no dejó palabras, ni equipaje. Creo que dejó su sombra plasmada en esa mañana del 23 de agosto, mañana infinita de todos, cintura de todos, crisol o talismán, cuando a contraluz del fogón un rostro, la fue sorprendiendo.

Yo escribo, la cara relatada, con acento.

Marioantonio Rosa.2012