domingo, 28 de abril de 2013

Las Naves Quemadas III: Juana la Loca, o los estragos del amor


La ventana cercana a la recámara dispuesta para ella en el Castillo de Tordesillas era como el silencio, sin signos. No cabían días azules, aunque lo fueran, no cabían estaciones, no cabían cuerpos efímeros parala risa; sólo el rostro de Felipe, ya en hilachas de recuerdos, ya en guedejas perdidas en los dedos de una Felipe el Hermoso. Contar, que tenía 16 años y una vocación mística que sus padres, empujaron al olvido por razones monárquicas. Como ya era costumbre en la Europa de esos siglos, Isabel y Fernando negociaron los matrimonios de todos sus hijos con el fin de asegurar sus objetivos diplomáticos y estratégicos. Conscientes de las aptitudes de Juana y de su posible desempeño en otra corte, así como la necesidad de reforzar los lazos con el Sacro Emperador Romano Germánico Maximiliano I de Habsburgo ,contra los cada vez más hegemónicos monarcas franceses de la dinastía Valois , ofrecieron a Juana para su hijo, Felipe, archiduque de Austria, lo demás se fue escribiendo en un suave ahogamiento para pétalos, ese trago sedado que a veces el destino pisotea con su luzpropia, esa calma donde un aviso de muerte o pérdida luce desnudo y en control de todos los sentidos, incluyendo el amor. Juana, que seguía amando sin piedad, como ese beso perdido tan grande en los corredores, allá, en el tiempo, rumbo a Flandes para ser esposada con un príncipe borgoñón al que hemos conocido en nuestra historia como

Iba tras él, tras su Felipe, garboso, subliminal. Aunque los futuros esposos no se conocían, se enamoraron locamente al verse, el alma deJuana I de Castilla hecha girones, picoteaba con su pasión la piel compuesta ybella de Felipe, el hombre único, el hombre que no se fue de sus manos, aún endiscurso de locura. Así lo amó, cuerda, consciente y lo siguió amando en ese mar oscuro que brinda la psicosis, con sus celajes de frío, cristal, sangre o sombra. Irascible por los celos, vomitaba lanzas contra las amantes imaginarias y las amantes rotas en gemidos a la diestra suculenta de su marido, el rey. El mismo año en que fue jurada como heredera por las Cortes de Castilla (1502) pudo más el fuerte ejercicio del corazón, o el vigilar, como una fiera cada olor,cada pieza de ropa, cada huella en despliegue, cada culo femenino en corte,cada sombra en rizos cortesanos. Era una mujer en conflicto, porque hacía mucho tiempo su hermoso marido monarca se desnudaba en otras torres, y vaciaba suserecciones bajo diversos juegos de piernas, que estaban en el firmamento terrenal corregido a la monarquía. Ella, Juana, la loca enamorada, la hermosade alma, la que otro tiempo atrás, cuando no se encontraba todavía con los ojos de su amado partió desde la playa de Laredo (actual Cantabria) en una de las carracas genovesas al mando del capitán Juan Pérez. Fue despedida por su madre y hermanos, e inició su rumbo hacia la lejana y desconocida tierra flamenca, hogar de su futuro esposo. La travesía tuvo contratiempos que, en primer lugar, la obligaron a tomar refugio en Portland, Inglaterra, y cuando finalmente la flota pudo acercarse a Middelburg, Zelanda , una de las carracas que transportaba a 700 hombres, las vestimentas de Juana y muchos de sus efectos personales, chocó contra un arrecife y se hundió.

No miró atrás, sus pasos, tenían el consuelo de las directrices paternales, y el camafeo de un nombre que llegando a su alma, se quedaría entre la ilusión y el calenturiento clima de las espadas. En Tordesillas, palacio alcanzado en voces de murciélagos, de esos que no se ven,pero que en las pesadillas invaden una y otra vez cada amanecer que se respira,porque ella los veía acercarse al féretro de su Felipe que solamente dormía yno necesitaba ser despertado ni molestado. Porque los murciélagos no podían posarse en el rostro mancebo, tallado al marfil, vivaz y adúltero con los ojos cerrados, disertando un sueño ligero de siesta dominical, cuando en verdad, lamuerte se acostaba día a día como puta perfecta, y se abrazaba al monarca igualmente obsesionada como la Juana enamorada que vigilaba.

Árbol magnífico de murciélagos. Ancestral y diurno. Confuego lento de continuidad, y hasta con locura. Todos los días, durante su vida enclaustrada en la hoguera del silencio, pudo ver que su hombre descansaba enhiesto sobre toda la voluntad de la tierra. Al fin el amor triunfaba y había festín de ángeles acribillados por Dios. Al fin, luego de tantas trampas diplomáticas, artilugios, seis hijos paridos, decesos de la razón, secretos de hierofantes,miraba victoriosa en su locura a su última hija, Catalina a los ojos, convencida, llena de esplendor desconocido, y pedía mesura hacia los ruidos. Los ojos limpios, sin turbidez, quizá los ojos del amor entre lo bárbaro y lo perfecto, y luego la voz, en seda pesada, como besando cuerpos, y la única frase que recuerdo:


silencio, el rey duerme.



Marioantonio Rosa. 2013
Derechos Reservados.

lunes, 15 de abril de 2013

LAS NAVES QUEMADAS II: ISADORA DUNCAN
















"Nací a la orilla del mar.
Mi primera idea del movimiento y de la danza
me ha venido seguramente del ritmo de las olas..."

-Isadora Duncan

Era cierto. Ese mar ya imantado y corpóreo bajo la longitud de la Bahía de San Francisco, la acompañaría siempre, algo así, como un equipaje tan querido, que no solo se repite en las manos, sino que sigue repitiéndose en los ojos, y de ahí hasta el alma. Hubo una danza primogénita que le brindaba celajes y artilugios,desbocados y brillantes. Muy cierto fue, que ya diva de la escena nos llevó a que no la olvidáramos nunca al pronunciar las palabras de la eternidad; “¡Adieu, mes amis. Je vais à la gloire! "en Niza, Francia, la noche del 14 de septiembre abordando el automóvil Amilcar  francés modelo GS de 1924. Horas más tarde,un accidente la llevaría a otro rumbo, sepultada en un oráculo aún sabroso para las conjeturas. Estrangulada estaba Isadora Duncan en el asiento del pasajero con su propia indumentaria, mientras otra vez dijo; “Je vais à l'amour” abrigadaa su consorte de turno el guapo mecánico italiano Benoît Falchetto, a quienella irónicamente había apodado “Bugatti”. Un tiempo atrás, estaba muy niña, mirando las olas de la bahía, viendo como sincronizaban contra el cielo yel aire, un baile perfecto y a la vez imperceptible. Allí estaba la respuesta que nunca abandonaría su espíritu, su alma o lo que sea.

La Bahía, ¿maestra del destino? No se sabe, pero Isadora desarrolló un lenguaje que la fue alejando de todo lo vivido, aprendido y registrado en los anales de la danza clásica. Lo que sucedió entre ese coito ajeno a toda carnalidad, cama o rincón razonable, se lo llevó ella, vibrante y promisora. Allí, en esa marea personalmente mágica, ocurrió la liberación que la llevaría a la leyenda. Le van fascinando las expresiones artísticas de la Grecia clásica, y muy especialmente los vasos decorados con figuras danzantes. De ellas adoptará algunos elementos característicos de su danza, tales como inclinar la cabeza hacia atrás como las bacantes. Es en este ademán ya perdido por los dioses, donde brotará pura y magnética la rúbrica de Isadora; lo demás fueron los aplausos, frondosos bosques color cristal que le besaban los hombros y le decían al oído las albas necesarias para su consagración. Su vida fue un anillo de naves quemadas siempre; su vida tuvo el vociferar que la pérdida acostumbra desfilar contra las almas, pero en ella, ni siquiera se acercó. Fue su victoria. Anduvo sola, quizá me parece que su mejor acompañante fue ese gran baile que echaba sal en su oblicuidad, echaba sombras blancas que le recogían el sueño,las visiones, y otros personajes en catálisis. Ese Expresionismo, grande en fiebres, definido en la Alemania del Siglo XX y descrito como la deformación de la realidad para expresar de forma más subjetiva la naturaleza y el ser humano, dando primacía a la expresión de los  sentimientos  más que a la descripción objetiva de la realidad, fue la que hizo mujer extrapolable, sobre todo ámbito, cuerpo geográfico, o espacio.

¿La visitó el amor? Ella siempre tuvo la puerta abierta, muy libre, cortando su propia época y los géneros. Su cama talentosa era bisexual, pero yo persigo el celaje de Sergei Esenin, poeta que he amado desde que leí sus versos, o mejor, su poema invencible María Posádnitsa el cual la censura zarista vetó. El Poeta Esenin reconocido por Gorki como exponente de la intelectualidad campesina. Sergei Esenin, el visionario que se  propuso explicar el arte y el universo poético, a través de toda una teoría, vertida con audacia en su ensayo Las llaves de María y en el artículo Arte y vivencia, donde discursaba que todo arte está basado en imágenes y es en la plasticidad de dichas imágenes es que se constituye la clave del arte popular.

Tal vez en ese momento, sus labios se unieron a los de Isadora, que pensaba lo mismo, miles de millas de distancia, en otro tiempo, frente a la Bahía de San Francisco. Y se unieron, y fue amor, pero las trampas del alcohol y la nostalgia lo llevaron al suicidio, pero Isadora se lo llevó como un prendedor a la raíz de su alma y de su aliento. Ella dice que lo quiso, y el final desaparece en la lectura de sus espejos; el poeta vive todavía con ella, sin despedirse.

Verla, casi inhibida de gravedad, con esa cabriola de asalto que hacen las mariposas parece regresar hoy a la frontera demi café y de este domingo entre el amor y el silencio. Verla como esa antorchalenta y sin trifulca que va bordando el costado de la escena, adivinando, abriendo, siguiendo un cielo para traerlo y dejarlo ahí ante nuestros ojos, con revolución y liberación, sin desmayo y dispuesto a perderse en nuestros sentidos. Pincel perfecto, que zozobra en su estatua, para la vida, para el mundo. Isadora era una niña solitaria y retraída que solía jugar en la playa mientras observaba el mar.

Esa noche del 14 de septiembre, bien vestiday llena de luna dijo unas palabras. Ella supo lo que dijo.



Marioantonio Rosa 2013
Derechos Reservados


La vida en el espejo: conversación de máscaras, a dúo con Lulú Collazo
















Tener los labios cerrados, con olvido,
la mirada fuerte para llorar,
el sonido de navajas que llevan las mentiras
y este corazón ante el espejo

solitario y de nosotros
en ese vuelco donde la sorpresa está desnuda,
has estado con ella, y su silencio

dos palabras de sombra, se me abrazan.

Tu mascarada es el eco de una madrugada,
ateísmo a nuestro signo connubial...  
el amante ha salido a presentar su carta:
las negaciones...al cantar de mi gemido,
tres o más...perdí la cuenta...
artificio húmedo para recatar la huida. 

Y huyes,
aprendes a llorar como los árboles,
te arrodillas, pides un beso de misericordia
y abres la sábana que nos encadena.

Soy siempre extranjera al gesto,
te acepto con ramas secas de desierto...
erguido, besas dos fragancias de dátiles
y yo, tus treinta monedas de sangre. 

Lulú Collazo
Marioantonio Rosa