La costumbre de las voces
el asecho del sonido
el limpio desnudo de los labios cerrados
el hablar con las manos,
el pan, y la soledad.
El poniente en la mejilla
la idea de vivir,
en cansada transparencia de sombras
luego herirlas con humo,
y seguir caminando, soñando,
un pozo en fuego inútil,
después, viajar en estampida
entre muslos y visiones
ellos, ellas, casi todo,
hasta inundarme los ojos
flogisto en caudales, piedra,
ah, silencio, vocifera tus espadas
córtame esta tierra,
disemina los gajos de esta toronja
búscame en esquinas a mediodía
elige el pergamino de mis muertes
viájame lejos, desnudo robado,
con esta multitud bajo mi lengua
hablando entre sofismas y pecados
gente, gente, gran sombra de un abrazo
estatua de luces taciturnas
muchas veces alas en sangre,
otras veces amor en un suicidio
y en el infinito, la playa que zozobra,
las huellas de arena que me habito:
quiero irme en mi flaca ciudadela
buscar y buscar, mi casta de aires,
en el llanto de tu mundo.
Marioantonio Rosa.2012
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