lunes, 15 de abril de 2013

LAS NAVES QUEMADAS II: ISADORA DUNCAN
















"Nací a la orilla del mar.
Mi primera idea del movimiento y de la danza
me ha venido seguramente del ritmo de las olas..."

-Isadora Duncan

Era cierto. Ese mar ya imantado y corpóreo bajo la longitud de la Bahía de San Francisco, la acompañaría siempre, algo así, como un equipaje tan querido, que no solo se repite en las manos, sino que sigue repitiéndose en los ojos, y de ahí hasta el alma. Hubo una danza primogénita que le brindaba celajes y artilugios,desbocados y brillantes. Muy cierto fue, que ya diva de la escena nos llevó a que no la olvidáramos nunca al pronunciar las palabras de la eternidad; “¡Adieu, mes amis. Je vais à la gloire! "en Niza, Francia, la noche del 14 de septiembre abordando el automóvil Amilcar  francés modelo GS de 1924. Horas más tarde,un accidente la llevaría a otro rumbo, sepultada en un oráculo aún sabroso para las conjeturas. Estrangulada estaba Isadora Duncan en el asiento del pasajero con su propia indumentaria, mientras otra vez dijo; “Je vais à l'amour” abrigadaa su consorte de turno el guapo mecánico italiano Benoît Falchetto, a quienella irónicamente había apodado “Bugatti”. Un tiempo atrás, estaba muy niña, mirando las olas de la bahía, viendo como sincronizaban contra el cielo yel aire, un baile perfecto y a la vez imperceptible. Allí estaba la respuesta que nunca abandonaría su espíritu, su alma o lo que sea.

La Bahía, ¿maestra del destino? No se sabe, pero Isadora desarrolló un lenguaje que la fue alejando de todo lo vivido, aprendido y registrado en los anales de la danza clásica. Lo que sucedió entre ese coito ajeno a toda carnalidad, cama o rincón razonable, se lo llevó ella, vibrante y promisora. Allí, en esa marea personalmente mágica, ocurrió la liberación que la llevaría a la leyenda. Le van fascinando las expresiones artísticas de la Grecia clásica, y muy especialmente los vasos decorados con figuras danzantes. De ellas adoptará algunos elementos característicos de su danza, tales como inclinar la cabeza hacia atrás como las bacantes. Es en este ademán ya perdido por los dioses, donde brotará pura y magnética la rúbrica de Isadora; lo demás fueron los aplausos, frondosos bosques color cristal que le besaban los hombros y le decían al oído las albas necesarias para su consagración. Su vida fue un anillo de naves quemadas siempre; su vida tuvo el vociferar que la pérdida acostumbra desfilar contra las almas, pero en ella, ni siquiera se acercó. Fue su victoria. Anduvo sola, quizá me parece que su mejor acompañante fue ese gran baile que echaba sal en su oblicuidad, echaba sombras blancas que le recogían el sueño,las visiones, y otros personajes en catálisis. Ese Expresionismo, grande en fiebres, definido en la Alemania del Siglo XX y descrito como la deformación de la realidad para expresar de forma más subjetiva la naturaleza y el ser humano, dando primacía a la expresión de los  sentimientos  más que a la descripción objetiva de la realidad, fue la que hizo mujer extrapolable, sobre todo ámbito, cuerpo geográfico, o espacio.

¿La visitó el amor? Ella siempre tuvo la puerta abierta, muy libre, cortando su propia época y los géneros. Su cama talentosa era bisexual, pero yo persigo el celaje de Sergei Esenin, poeta que he amado desde que leí sus versos, o mejor, su poema invencible María Posádnitsa el cual la censura zarista vetó. El Poeta Esenin reconocido por Gorki como exponente de la intelectualidad campesina. Sergei Esenin, el visionario que se  propuso explicar el arte y el universo poético, a través de toda una teoría, vertida con audacia en su ensayo Las llaves de María y en el artículo Arte y vivencia, donde discursaba que todo arte está basado en imágenes y es en la plasticidad de dichas imágenes es que se constituye la clave del arte popular.

Tal vez en ese momento, sus labios se unieron a los de Isadora, que pensaba lo mismo, miles de millas de distancia, en otro tiempo, frente a la Bahía de San Francisco. Y se unieron, y fue amor, pero las trampas del alcohol y la nostalgia lo llevaron al suicidio, pero Isadora se lo llevó como un prendedor a la raíz de su alma y de su aliento. Ella dice que lo quiso, y el final desaparece en la lectura de sus espejos; el poeta vive todavía con ella, sin despedirse.

Verla, casi inhibida de gravedad, con esa cabriola de asalto que hacen las mariposas parece regresar hoy a la frontera demi café y de este domingo entre el amor y el silencio. Verla como esa antorchalenta y sin trifulca que va bordando el costado de la escena, adivinando, abriendo, siguiendo un cielo para traerlo y dejarlo ahí ante nuestros ojos, con revolución y liberación, sin desmayo y dispuesto a perderse en nuestros sentidos. Pincel perfecto, que zozobra en su estatua, para la vida, para el mundo. Isadora era una niña solitaria y retraída que solía jugar en la playa mientras observaba el mar.

Esa noche del 14 de septiembre, bien vestiday llena de luna dijo unas palabras. Ella supo lo que dijo.



Marioantonio Rosa 2013
Derechos Reservados


No hay comentarios:

Publicar un comentario