Cada
hombre tiene un vacío común
una fiera
en resplandor de silencio que lo espera
un
horario que lo hace encerrarse sin voz contra su aire
y unas
sombras legítimas de sangre.
Somos
vacío.
Por eso
existen las muchedumbres, los bares, las redes sociales
o una
señal de ahogo en la puerta de la casa
sería
mejor decir, un desnudo reclinado
donde de
nosotros queda echarnos a enredaderas de huellas
o
solamente mirarnos en el espejo
como
inicio a una nada que nos toque.
Amamos
con vacío
por eso
la envidia, el mal gusto por el dinero o la zona cómoda
las
excusas, la clandestinidad y el ir a la iglesia
el herir
almas que a veces callan, almas que a veces lloran,
y ese
retorno saleroso al traje de las seducciones
y entre
su número, un nuevo nombre.
Hoy el
tiempo estaba vacío
no trajo
ese pueblo de gorriones y palomas que inundan el sol
no trajo
fuentes magnas de otras soledades
y mucho
menos el tranvía con sus manos tibias
pero
somos inevitables en nuestro vacío común
y todo se
repetirá,
como
parte de nuestra muerte.
Marioantonio
Rosa.© 2015
Estremecedoras letras que conjugan el vacío y la soledad del individuo frente a la vida y la muerte
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