miércoles, 7 de mayo de 2014

EL LUGAR DE LAS FOTOGRAFÍAS

















Sala abierta,
hay una luz pequeña buscando su origen
y el sol hace su carrera de amarillos puros;
aún queda del aire su caída de Adviento,

y la sal,
las cenizas y la orilla del relámpago

hacen con el silencio una voz que respirar.

No sé que pasa con estos ojos,
que buscan el cuerpo anterior en esas escenas quietas
echadas al lente sin retorno, fijas como un salto a la presa
estos ojos son ese recuerdo ronco en su dorado
ese curso en la fotografía ebria por la memoria que no marcha
algunos días es el extranjero que puede vencer al tiempo
y decide abrazarlo en isla crepuscular, y la nostalgia,
vuelve a contar la pose, el manto familiar, las sonrisas,
de como Papá y Mamá eran estatuas libres,
y un esplendor sonámbulo acogía a sus huéspedes
en esa foto que los siglos no dejan al acoso.

En esta sala que ofician los mismos celajes,
me acerco al manjar cansado de las fotografías, y me recuerdo;
El Yunque, ese dios de las cortezas roto en hogueras de agua
la playa, las huellas en su nido de bocas y fósiles
la ira del paisaje tosco echado en llagas contra el Mar Caribe
Londres, Caracas, Jamaica, Los Angeles,o el oráculo macizo de Teotihuacán
y una y otra vez presas en su hablar extinguido
las fotografías, ya sangre y pueblo del alma,

enjutas, meridianas, grandes, unidas hacia el cuerpo.

Siempre digo que las salas son las masas del recuerdo,
porque como los recintos se recogen las palabras del mundo y de nosotros,
y siempre nos llega la fotografía: la invitación a no tener edad.
El momento, el segundo más perfecto del hombre,
recogido en los nervios de un cuadro digital, los rostros al calor,

y todo tiembla en su suave caída de magia,
aún después de muchas historias de lágrimas.

Marioantonio Rosa.© 2014

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