Ebrio
color
desvío,
atracción de muslos,
ecuestre
espejo donde caben sin llamarse las miradas
y el
secreto de gemir,
tan
duradero contra la lógica.
Veo en
este sitio de estrellas
un
pedazo del humo escapado de Dios
un
humo vocal, un humo azul en colina acurrucada,
y en
el talle, la dulce blasfemia del ángel
el
fuego contra el hombre.
Henri,
el sabio
de los
tulipanes plásticos que hace el verano
con
sus manos de fresno y la imaginación
o
Henri, el transeúnte del péndulo
seguidor
de Chardin, o Henri dibujado
entre
las geometrías puras del silencio
me
desperté, creo que en un tranvía
donde
quemaban siluetas por tu blusa rumana
escogí
tu soledad,
como
mi verbo.
Marioantonio
Rosa.© 2015
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