Y pensar
que tuve un cuerpo
hablado y
abandonado por los peces
un cuerpo
dormido como una fruta
una
tempestad sedienta de su aire,
tierra
sola: mi otro yo que me navega.
Pensar,
junto a este beso en la boca
la
cosmogonía lenta de las mareas bajas
los dedos
de estas aguas, casi de soledad
y verme
tan feliz por su luz forajida, en preguntas,
o esa
máscara muy dulce bajo temblor de cielo,
el poema
que no encuentro.
Los
hombres no estamos concluidos,
algo nos
falta, hay un eco de celajes que nos olvida,
existe
una puerta terrestre que inmola y llama,
puede ser
un idioma perdido a la belleza
o la
falta de amor, llenándose de forasteros
y
caminar, caminar sin rumbo derramados de letras.
Ver el
Agua Caribe sin pasajeros,
sin gaviotas,
o la prisa de una huella que se quiebre
me hace
sentirme de ríos invisibles,
ésos,
los que
nunca terminan el alma.
Marioantonio Rosa.© 2013
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