“La vida es corta,
sonríele a quien te llora, ignora a
quien te critica,
y sé feliz con quien te importa..”
-Marilyn Monroe
Norma
Jean Mortenson, o Norma Jean Baker no era rubia. Su pelo anidaba un castaño de
ángel recluso en el verbo de las adivinanzas, los sueños consumados, las palabras
húmedas, los trajes disfrazados de lujuria. Marilyn Monroe tampoco fue rubia;
eso era parte del ardid publicitario, fue la decisión de muchos hombres,
intereses económicos, pasarelas necesarias en la robusta invención del cine.
Fue del mundo, menos de ella; ella fue su propia última palabra: El 5 de agosto de 1962, el gran mito
erótico de los años cincuenta, fue hallada muerta en su casa de Hollywood.
Aunque el forense dictaminó que la actriz se había suicidado con una sobredosis
de somníferos, las causas de su muerte permanecen aún confusas; se apreciaron
algunas contradicciones en el informe médico de su trágico fin. Las
dificultades profesionales y su agitada vida sentimental parecieron estar en el
origen de su muerte. Es que su vida, sin el pelo rubio, o platinada en
él, fue una contradicción. En cualquier caso, la jovialidad y el vivir
desenfrenado y despreocupado que muchas veces había representado en el cine y
fuera de él se corresponden poco con el verdadero perfil de su vida, marcado
por los complejos de una niñez y una juventud desgraciadas, seguidas después de
un éxito arrollador al que no supo hacer frente, ni siquiera cuando creyó
encontrar, junto a personalidades como Arthur Miller, la estabilidad y la
seguridad que persiguió durante toda su vida.
Una diva que representaba el amor ideal, la
compañía perfecta, la alquimia que arrollaba los silencios, el cuerpo que
fundía el más caro deseo imitación, nunca encontró la cercanía al beso sincero,
el abrazo decidido, la respuesta a su fuga contra la soledad. Ella era un poema
a la vida, y sin embargo, la vida no podría en su hálito y concierto escribirla
bajo la más justa de las verdades. Joe D´ Maggio aún le llevaba pompones
rosados a su tumba, y echaba su talismán personal tallado a lágrimas. Verla en
la pantalla te hacía pensar, que el mundo podría regresar al Génesis, al árbol
que desató el debate, a la costilla de Adán turbia y despersonalizada, al
principio del mismo aire. En los cursos que he dictado sobre el cine, la
muestro humanamente femenina, en la verdad de un ideal y una liberación. Digo
que Joe D´ Maggio la amó, creo que fue el único, que la sintió en esencia, que
su alma, aparte de los cuadrangulares, le pertenecía a ella. Pero ella no pudo
esperarlo, no pudo verlo. Incluso Marilyn ya encerrada en su rubio huracanado,
lo quiso poco, pero siempre le abrazaba con cariño.
Estatuilla rota de su niñez: su infancia fue muy
dura. Su madre la dejó en manos de un matrimonio amigo hasta que cumplió siete
años; entonces se la llevó a vivir consigo. Pero un año más tarde Gladys fue
internada en un sanatorio psiquiátrico en el que se le diagnosticó una
esquizofrenia paranoide, enfermedad que luego Marilyn creería haber heredado,
especialmente cuando era internada por sus frecuentes depresiones. Su infancia
y adolescencia transcurrieron entre un orfanato (en el que ingresó a la edad de
nueve años y trabajó como ayudante de cocina), la casa de sus abuelos y las de
varias familias que la adoptaron. En una de estas casas de acogida sufrió al
parecer abusos sexuales por parte del cabeza de familia cuando contaba ocho
años.
Pero la belleza y su alma no la encerraron en las sombra de esos episodios
de dolor, de impotencia, y asfixia, sino que cimbraron una personalidad como
pocas en la historia cinematográfica. Poco antes, en 1949, Marilyn, que durante
un tiempo compaginó las profesiones de actriz y modelo, dio su primer golpe en
aras de la celebridad al posar para una sesión fotográfica cuyo resultado es
aún hoy una de las más genuinas imágenes de una pin-up girl. Se trata de las imágenes que muestran en tomas cenitales a
Marilyn desnuda sobre un cubrecamas de color rojo. Algunas de las fotos
aparecerían ese mismo año en un calendario, y algo después, en 1953, una de ellas
sería la portada del primer número de la famosa revista erótica Playboy. Ésto, sin duda, fue un
verdadero acontecimiento mediático, quizá de los primeros que pueden ser
comparados a los que se dan hoy día. Llegaban papeles secundarios, unos
echados a la presencia, otros frugales, y otros que fueron ocupando primera fila.
El filme realmente importante de ese año fue la comedia de enredo Monkey Business,
del cineasta Howard Hawks, que junto a John Huston y Billy Wilder tal vez supo
extraer lo mejor de Marilyn Monroe. En esta comedia, verdadero clásico del
género escrita por Ben Hecht, Charles Lederer y I.A.L. Diamond, hacía el papel
de una secretaria rubia y tonta junto a dos verdaderos monstruos del género,
Cary Grant y Ginger Rogers. La maestría de la puesta en escena y la espléndida
carpintería dramático-cómica de la película era lo que estaba necesitando la
carrera de Marilyn, que por fin podía demostrar su valía más allá de lo
estúpido que pudiera ser el personaje que interpretara. Además, y como se vería
más adelante, fue en la comedia más o menos pura donde la actriz dio lo mejor
de sí misma. Era la respuesta armónica a su propia vida. Mucho más
importante, ya que tal vez es el título que marca el inicio de Marilyn Monroe
como estrella y como mito sexual, es Gentlemen prefer blondes, una nueva
comedia, esta vez musical, de Howard Hawks.
Gentlemen
prefer blondes basada en una ingeniosa
novela de Anita Loos, contaba la historia del enfrentamiento de dos coristas,
una morena, la turgente Jane Russell, y otra rubia, Marilyn, que tratan de
cazar a uno de los solterones más deseados y ricos de América. En esta
película, plagada de excelentes gags y de provocativos números musicales,
Marilyn demostró que era, además de una buena actriz de comedia, una notable
cantante y bailarina, con un estilo personal y muy sugestivo.
Lo demás fueron
multitudes, sueños, cava fronteriza con los astros, devoción y amores estrujados.
Lo demás fue un alma hermosa que buscaba y se buscaba en cualquier espejo capaz
de reflejarla desnuda y solemne, desnuda y noble, desnuda y en desaire contra
toda sociedad viva. Ella subió al escenario a cantar Happy Birthday Mr. President cuando “Jack” –apodo correspondiente a Jonh
Fitzgerald Kennedy-se atrevió a sonreírle asaltado por los ojos de su Primera
Dama Jackeline, su diestra almidonada, su romance con la rubia muchos después
de las bambalinas y mamparas; la erección presidencial en la Sala Lincoln luego
de una conversación telefónica y la respuesta llena de saliva: “I´m on my way”.
Lo demás fue el otro ángulo de Bobby Kennedy y sus regalos nublados, las claves
oscuras de comunicación y el salto imposible. Lo mucho que queda son los poemas
de Jean Cocteau, René Boldman, Mario Benedetti, y los poemas anónimos de
cualquier bar, o cualquier soledad durante una madrugada ausente de sueño, luego
de exhibirla una vez más en pantalla, allí donde el tiempo jamás será
inexorable. En mi última visita a México, conversando con el maestro Ernesto Cardenal,
sobre su grandioso poema “Oración por Marilyn Monroe” charlamos de como un ser
tan hermoso y especial, tan cerca del espíritu libre, solo encontró dolor y
soledad, y hablamos de su última película “The Misfits” de John Houston, donde
protagonizaba junto a Clark Gable y mi admirado Montgomery “Monty” Clift.
En ese
plató una sonata de caos dominaba el tintero del libreto, las escaladas
escénicas, la Marilyn retrasada en los horarios de filmación versus la afición
de Houston a la cacería, la decadencia de Gable, la ebriedad de Monty. Después
de esa película Marilyn no regresó, deambulaba entre somníferos, entre los
pedazos de unos nombres y el oro de un hogar vacío. La belleza soberbia y
magnífica no tenía compañeros de abrazo, juego, al menos unos ojos, al menos un
celaje que se acercara. La soledad en el lujo, es la más grave de las miserias
o es una manera de morir lentamente. Es ahí donde Ernesto Cardenal brinda la pauta:
“ Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER
O como alguien que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)
¡contesta Tú al teléfono!...”
Ernesto Cardenal
Oración por Marilyn Monroe
Duele esta
nave incendiada entre tantas oraciones, pero ella no ha muerto,
solo a
renunció a ser rubia.
Marioantonio Rosa.© 2013
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