domingo, 6 de octubre de 2013

Las Naves Quemadas: Marilyn Monroe...Sola













“La vida es corta,
sonríele a quien te llora, ignora a quien te critica,
y sé feliz con quien te importa..”

-Marilyn Monroe


Norma Jean Mortenson, o Norma Jean Baker no era rubia. Su pelo anidaba un castaño de ángel recluso en el verbo de las adivinanzas, los sueños consumados, las palabras húmedas, los trajes disfrazados de lujuria. Marilyn Monroe tampoco fue rubia; eso era parte del ardid publicitario, fue la decisión de muchos hombres, intereses económicos, pasarelas necesarias en la robusta invención del cine. Fue del mundo, menos de ella; ella fue su propia última palabra: El 5 de agosto de 1962, el gran mito erótico de los años cincuenta, fue hallada muerta en su casa de Hollywood. Aunque el forense dictaminó que la actriz se había suicidado con una sobredosis de somníferos, las causas de su muerte permanecen aún confusas; se apreciaron algunas contradicciones en el informe médico de su trágico fin. Las dificultades profesionales y su agitada vida sentimental parecieron estar en el origen de su muerte. Es que su vida, sin el pelo rubio, o platinada en él, fue una contradicción. En cualquier caso, la jovialidad y el vivir desenfrenado y despreocupado que muchas veces había representado en el cine y fuera de él se corresponden poco con el verdadero perfil de su vida, marcado por los complejos de una niñez y una juventud desgraciadas, seguidas después de un éxito arrollador al que no supo hacer frente, ni siquiera cuando creyó encontrar, junto a personalidades como Arthur Miller, la estabilidad y la seguridad que persiguió durante toda su vida.

Una diva que representaba el amor ideal, la compañía perfecta, la alquimia que arrollaba los silencios, el cuerpo que fundía el más caro deseo imitación, nunca encontró la cercanía al beso sincero, el abrazo decidido, la respuesta a su fuga contra la soledad. Ella era un poema a la vida, y sin embargo, la vida no podría en su hálito y concierto escribirla bajo la más justa de las verdades. Joe D´ Maggio aún le llevaba pompones rosados a su tumba, y echaba su talismán personal tallado a lágrimas. Verla en la pantalla te hacía pensar, que el mundo podría regresar al Génesis, al árbol que desató el debate, a la costilla de Adán turbia y despersonalizada, al principio del mismo aire. En los cursos que he dictado sobre el cine, la muestro humanamente femenina, en la verdad de un ideal y una liberación. Digo que Joe D´ Maggio la amó, creo que fue el único, que la sintió en esencia, que su alma, aparte de los cuadrangulares, le pertenecía a ella. Pero ella no pudo esperarlo, no pudo verlo. Incluso Marilyn ya encerrada en su rubio huracanado, lo quiso poco, pero siempre le abrazaba con cariño.

Estatuilla rota de su niñez: su infancia fue muy dura. Su madre la dejó en manos de un matrimonio amigo hasta que cumplió siete años; entonces se la llevó a vivir consigo. Pero un año más tarde Gladys fue internada en un sanatorio psiquiátrico en el que se le diagnosticó una esquizofrenia paranoide, enfermedad que luego Marilyn creería haber heredado, especialmente cuando era internada por sus frecuentes depresiones. Su infancia y adolescencia transcurrieron entre un orfanato (en el que ingresó a la edad de nueve años y trabajó como ayudante de cocina), la casa de sus abuelos y las de varias familias que la adoptaron. En una de estas casas de acogida sufrió al parecer abusos sexuales por parte del cabeza de familia cuando contaba ocho años.

Pero la belleza y su alma no la encerraron en las sombra de esos episodios de dolor, de impotencia, y asfixia, sino que cimbraron una personalidad como pocas en la historia cinematográfica. Poco antes, en 1949, Marilyn, que durante un tiempo compaginó las profesiones de actriz y modelo, dio su primer golpe en aras de la celebridad al posar para una sesión fotográfica cuyo resultado es aún hoy una de las más genuinas imágenes de una pin-up girl. Se trata de las imágenes que muestran en tomas cenitales a Marilyn desnuda sobre un cubrecamas de color rojo. Algunas de las fotos aparecerían ese mismo año en un calendario, y algo después, en 1953, una de ellas sería la portada del primer número de la famosa revista erótica Playboy. Ésto, sin duda, fue un verdadero acontecimiento mediático, quizá de los primeros que pueden ser comparados a los que se dan hoy día. Llegaban papeles secundarios, unos echados a la presencia, otros frugales, y otros que fueron ocupando primera fila. El filme realmente importante de ese año fue la comedia de enredo Monkey Business, del cineasta Howard Hawks, que junto a John Huston y Billy Wilder tal vez supo extraer lo mejor de Marilyn Monroe. En esta comedia, verdadero clásico del género escrita por Ben Hecht, Charles Lederer y I.A.L. Diamond, hacía el papel de una secretaria rubia y tonta junto a dos verdaderos monstruos del género, Cary Grant y Ginger Rogers. La maestría de la puesta en escena y la espléndida carpintería dramático-cómica de la película era lo que estaba necesitando la carrera de Marilyn, que por fin podía demostrar su valía más allá de lo estúpido que pudiera ser el personaje que interpretara. Además, y como se vería más adelante, fue en la comedia más o menos pura donde la actriz dio lo mejor de sí misma. Era la respuesta armónica a su propia vida. Mucho más importante, ya que tal vez es el título que marca el inicio de Marilyn Monroe como estrella y como mito sexual, es Gentlemen prefer blondes, una nueva comedia, esta vez musical, de Howard Hawks.

Gentlemen prefer blondes  basada en una ingeniosa novela de Anita Loos, contaba la historia del enfrentamiento de dos coristas, una morena, la turgente Jane Russell, y otra rubia, Marilyn, que tratan de cazar a uno de los solterones más deseados y ricos de América. En esta película, plagada de excelentes gags y de provocativos números musicales, Marilyn demostró que era, además de una buena actriz de comedia, una notable cantante y bailarina, con un estilo personal y muy sugestivo.
Lo demás fueron multitudes, sueños, cava fronteriza con los astros, devoción y amores estrujados. Lo demás fue un alma hermosa que buscaba y se buscaba en cualquier espejo capaz de reflejarla desnuda y solemne, desnuda y noble, desnuda y en desaire contra toda sociedad viva. Ella subió al escenario a cantar Happy Birthday Mr. President  cuando “Jack” –apodo correspondiente a Jonh Fitzgerald Kennedy-se atrevió a sonreírle asaltado por los ojos de su Primera Dama Jackeline, su diestra almidonada, su romance con la rubia muchos después de las bambalinas y mamparas; la erección presidencial en la Sala Lincoln luego de una conversación telefónica y la respuesta llena de saliva: “I´m on my way”. Lo demás fue el otro ángulo de Bobby Kennedy y sus regalos nublados, las claves oscuras de comunicación y el salto imposible. Lo mucho que queda son los poemas de Jean Cocteau, René Boldman, Mario Benedetti, y los poemas anónimos de cualquier bar, o cualquier soledad durante una madrugada ausente de sueño, luego de exhibirla una vez más en pantalla, allí donde el tiempo jamás será inexorable. En mi última visita a México, conversando con el maestro Ernesto Cardenal, sobre su grandioso poema “Oración por Marilyn Monroe” charlamos de como un ser tan hermoso y especial, tan cerca del espíritu libre, solo encontró dolor y soledad, y hablamos de su última película “The Misfits” de John Houston, donde protagonizaba junto a Clark Gable y mi admirado Montgomery “Monty” Clift.

En ese plató una sonata de caos dominaba el tintero del libreto, las escaladas escénicas, la Marilyn retrasada en los horarios de filmación versus la afición de Houston a la cacería, la decadencia de Gable, la ebriedad de Monty. Después de esa película Marilyn no regresó, deambulaba entre somníferos, entre los pedazos de unos nombres y el oro de un hogar vacío. La belleza soberbia y magnífica no tenía compañeros de abrazo, juego, al menos unos ojos, al menos un celaje que se acercara. La soledad en el lujo, es la más grave de las miserias o es una manera de morir lentamente. Es ahí donde Ernesto Cardenal brinda la pauta:

“ Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga 
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER 
O como alguien que herido por los gangsters 
alarga la mano a un teléfono desconectado.

Señor: 
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar 
y no llamó (y tal vez no era nadie 
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles) 
           

 ¡contesta Tú al teléfono!...”

Ernesto Cardenal
Oración por Marilyn Monroe

Duele esta nave incendiada entre tantas oraciones, pero ella no ha muerto,

solo a renunció a ser rubia.

Marioantonio Rosa.© 2013

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