(contemplaciones a un tema de Joseph Brodsky)
Hoy no tengo ventanas
ni residencia al cuerpo cotidiano,
no hay ropa, una cigarra en la pared es mi existencia,
la luz corre entre ojos de sombra,
la sombra corre por el nido del espejo:
espadas que se imitan.
No existe John Donne, mucho menos Newton,
no hay verdad en las mariposas,
Sofía Loren no quiere caramelos
o el celaje en malva romana de Marcelo Mastroianni
hoy es un días sin días,
mis dedos desnudos, la botella desnuda,
la nada, sí, ha regresado pura
abro un libro de Joseph Brodsky, hay un submarino
y otro cementerio de Los Beatles,
el ojo del cielo es un geranio,
bajo el color bronceado de la oración,
es,
es hermoso el día donde no hay nada
se parece a la ley de gravedad
allá en el ruedo de silencio, sin testigos,
con solo una mirada para alimentarse,
conmover, hacerse huracán,
o no escribir, carajo, no estoy triste,
ha pasado un siglo y no llueve tristeza,
tus manos me llegan al pecho a cada noche
y se abren al sonido del viaje,
entonces, ¿de quién es esta visita?
Tampoco llorar,
vuelvo a Brodsky, su sombrilla abierta de imágenes,
escucho a Brahms, Brodsky no está,
de pronto esta hermosura de la nada, de quedarme detenido,
como una ley de gravedad bajo sus ángulos,
poeta en ecos,
es,
es,
es.
Marioantonio Rosa.© 2014
Hoy no tengo ventanas
ni residencia al cuerpo cotidiano,
no hay ropa, una cigarra en la pared es mi existencia,
la luz corre entre ojos de sombra,
la sombra corre por el nido del espejo:
espadas que se imitan.
No existe John Donne, mucho menos Newton,
no hay verdad en las mariposas,
Sofía Loren no quiere caramelos
o el celaje en malva romana de Marcelo Mastroianni
hoy es un días sin días,
mis dedos desnudos, la botella desnuda,
la nada, sí, ha regresado pura
abro un libro de Joseph Brodsky, hay un submarino
y otro cementerio de Los Beatles,
el ojo del cielo es un geranio,
bajo el color bronceado de la oración,
es,
es hermoso el día donde no hay nada
se parece a la ley de gravedad
allá en el ruedo de silencio, sin testigos,
con solo una mirada para alimentarse,
conmover, hacerse huracán,
o no escribir, carajo, no estoy triste,
ha pasado un siglo y no llueve tristeza,
tus manos me llegan al pecho a cada noche
y se abren al sonido del viaje,
entonces, ¿de quién es esta visita?
Tampoco llorar,
vuelvo a Brodsky, su sombrilla abierta de imágenes,
escucho a Brahms, Brodsky no está,
de pronto esta hermosura de la nada, de quedarme detenido,
como una ley de gravedad bajo sus ángulos,
poeta en ecos,
es,
es,
es.
Marioantonio Rosa.© 2014