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viernes, 4 de abril de 2014
HÁBITOS DEL TOQUE
Tu luz toca las cosas que se suceden vivas
toca los estuches de tus autógrafos, acaricia tu miedo,
vacila a veces entre sombra queriendo hacerse mar
se obstina de silencio, y es bella
tu luz, quiero decir, atardeciendo.
El cuarto donde duermes, espada en agua,
transparencia rota por tu sed y en causa de ella;
tu navío desnudo, perfecto cuerpo de sal,
tu aislada magia solo para videntes,
y el cansancio hecho entre amarres de ríos,
te dibujan y te rinden.
Debo contarte que no tengo piel;´
algo sucedió bajo tus reyertas, bajo tus sitios de arena,
donde caballos en sudor gimieron en tu cuerpo,
y una sola noche, en orbe, me cerraba los ojos.
Algo pasaba con la forma de tus manos al viento,
y un lenguaje adivino va secando en púrpura su secreto.
Te digo que no tengo piel, no hay visiones en turno,
no hay un tren azul fijo para desnudarnos,
o la salida de un puente iluminando pájaros.
Todo acaba cuando tu tocaste donde yo nacía,
donde estaba sordo en mi cruzada hacia tu templo.
Eres la diosa partida en granos, frondoso celaje,
que ya mudo y vivo se hace de mis cauces ajenos,
te digo que me fui en tí,
no tengo maneras de muerte o maneras de hambre,
una sola cosa sé,
tiemblas conmigo.
Marioantonio Rosa.© 2014
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