Me llamo Juan, Luis, Pablo, Carlos,
mi apellido por ancestro, es la voz que va secándose en los árboles,
mis manos son una multitud, de ahí amanece el día,
o se hace para mis ojos el calendario más descalzo,...
donde los meses tienen una sola estación de lucha
y nunca llueve, por soledad.
Me puedo llamar Pedro, José, Miguel, diga usted cuál desea,
mis ropas pueden ser de celador, artesano, carpintero,
mis pisadas de albañil o secretaria, de plomero o de herrero
o el jardinero que siempre está en paz bajo el signo de la tierra.
Mi calle es limpia, llena de niños y pan iluminado,
no amo burguesías, amo mucho más a la mujer y al hombre libre,
que no rinde su razón por el dinero, y siempre sabe mirar a los ojos,
o al menos mirar hacia el cielo
intentando hacerse ciudadano de los pájaros,
en la ilusión del segundo.
Me llamo pueblo, marcha, historia, grito, escoja usted, Gobernador,
mire usted que llego al balcón de su palacio, sin otra arma que mi alma,
sin otra espada que esta palabra de la verdad y la justicia,
sin otro fuego que estos pasos miles, estos rostros miles,
en una luz innumerable que irá entrando a su casa, tocando a sus asesores,
sentándose al café con sus senadores, una luz contra el silencio,
le aseguro que no regresará la noche a palacio,
porque si en su verbo, en su oficina, en la fiesta a sus condiscípulos,
se olvidaron de que un pueblo es unigénito del alba
YO SOY OBRERO,
yo, somos Eva, William, José, Marieli, Ana, Abel o Marta, Ignacio o Marioantonio,
Jesús, Martin, el barbero o el hijo de la calle,
diga usted el nombre que quiera, solo tendrá luz, magnífica y plural
horario de revolución, poesía y cultura,
mejor aún,
VICTORIA.
Marioantonio Rosa.© 2014
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