martes, 14 de julio de 2015

LA NOCHE MÁS PEQUEÑA


















Todo el ocaso es el cuerpo
de una plaza íntima, en brasas antiguas de luz
y en sobrio tatuaje de incendio, son últimos los acechos
que el aire anima a la transparencia
como es última, esta palabra de poesía.

Viene el oscuro
como viene el oleaje que nunca alza la voz
y así descrito, se lleva bajo lucha la orilla
-creo que escribo lírica, dirán-pero siento un paseo
de enredadera en agua que no deja que hable
las palabras de ciudad que me sobreviven.

Vuelvo entonces
a estas rosas en su bañera, lozanas y ciegas;
a esta estirpe de ciudadano compartido en ecos, y solo;
vuelvo a la silla del águila, y al almizcle en las sombras;
aspiro a no volver a esa playa tan blanca donde me asesino
y al sabor de cuerpos, densos como lenguajes.

Para mí, basta esta copa de vino,
esta mesa con lumbrera de saltamontes y preguntas
este patio sin limpiar, bajo leyendas cortas de ramajes
y esta mujer que me enreda a fuerte mariposa en los ojos

Marta, de todos mis días.

Anochece, creo.
Hacia arriba, la lluvia es un reposo invisible
y esta pequeña noche abre su puerta
convoca su vacío y su unción, parpadea el músculo
donde este amor desesperado rompe sus astros

y el aire es artemisa.

perdonen la lírica,
son solo las letras de esta hora.

Marioantonio Rosa.© 2015


Obra: "La Noche estrellada" de Vincent Van Gogh

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