jueves, 9 de julio de 2015

SONATA VERANIEGA PARA LOS TRISTES















Todo el día es una tarde
un cristal soplado magnífico en agua ausente
las horas corren contra su sombra
y el mar existe con el recuerdo de las lanzas
echadas todas, al rápido olvido del aire.

Puse música,
un celaje dulce de Frederic Chopin en toda la casa
y las paredes cedieron en un ritual maduro para las palabras
se desprendieron de un abanico triste cerrado en sueños
o se iban hiriendo una vez la música vivía sobre ellas.

Lo que hice fue sentarme en el diván
como si fuese un fuego cansado, manso, alegre
lleno de algunos árboles, lleno de días siguientes
mientras los pasos del piano eran cada vez más míos;
una bahía en la voz se iba fulgurando, y estaba rendida.

Y allí me quedaba
en las vueltas de ese fuego íntimo
roto en palabras extranjeras, nada de mí me visitaba,
y después este sonido de amor, de amor triste,
parado contra el paisaje tosco y seco de aquellos flamboyanes
hechos de color para nadie.


Lo grande de todo esto,
es esta navegación entre pájaros y ramas secas
y estas ganas de llorar.



Marioantonio Rosa.© 2015

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