Lo
escucho;
es no escuchar los hombres o la ciudad
no escucharme cuando atardece largo
y al filo, es iluminar esa luz ahogada de su reflejo.
es no escuchar los hombres o la ciudad
no escucharme cuando atardece largo
y al filo, es iluminar esa luz ahogada de su reflejo.
En los ojos, sus ojos,
mi voz se va acercando a su caracol de heridas
mientras picotea aromas de árboles perdidos
o repite el regreso de mi hogar cerrado
tan blanco en su invierno y ya sin esa cintura
donde a veces la sangre tiene dedos de sueño.
mi voz se va acercando a su caracol de heridas
mientras picotea aromas de árboles perdidos
o repite el regreso de mi hogar cerrado
tan blanco en su invierno y ya sin esa cintura
donde a veces la sangre tiene dedos de sueño.
Hay
poemas donde busco pájaros
o siempre un pájaro se queda roto por el paso;
escribo repeticiones de pájaros y estanques;
el estanque duele como me duele el riego del mar
en ese lírico desorden de las cosas con ceguera.
o siempre un pájaro se queda roto por el paso;
escribo repeticiones de pájaros y estanques;
el estanque duele como me duele el riego del mar
en ese lírico desorden de las cosas con ceguera.
Y sin
embargo,
cuando el poeta se ha marchado
cuando el poeta se ha marchado
ese
pájaro en el estanque regresa
y solo
se da al agua.
Marioantonio
Rosa.© 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario