domingo, 22 de diciembre de 2013

PESEBRE














Me acerco al pesebre sin otra cosa que mi sombra
y el aire pluvial de los días que no regresan,
he caminado mucho, se agotaron mis oraciones,
no hay nada en mi valija, solo un racimo de palabras;
frentes de otras frentes en una herida milenaria.

Pregunto por el Mesías,
el anunciado, el justo, el unigénito,
el que en una boca de visiones alimentaba al profeta,
y era el espejo divo de las naciones condenadas,
"Aquí, busca en su soledad, ahora duerme" ha dicho su padre,
hambriento en su madera, y en sus ojos,el azabache de los insomnios,
y luego es el silencio el que me besa la mejilla
y humedece con su noche la sed de los sueños esclavos,
cuando llegué nadie me hablaba de La Navidad,
nadie dijo familia, tiendas, fiestas y gulas, cenas con buenos platos,
tarjetas ebrias de felicitaciones, o el baile de los comercios
nadie me habló de UNOS MAESTROS QUE LUCHAN SU SALARIO
y reciben golpes y escaramuzas en los ojos,
y unos senadores podridos en la abundancia,
y un gobernador que se recrea en la calistenia de Herodes,
tampoco los ángeles, si alguno, me hablaron de tiroteos carro a carro,
en el ritual salvaje que solo el dinero hace en sus herederos,
mucho menos, de los niños echados al maltrato y a la muerte
o de la próxima mujer asesinada por el macho,
pensé que llegaba a la luz de la respuesta, a cantarles mi país,
unirme al yaucano que nunca se ha marchado a la ceniza
y evoca, ya sin saliva, su villancico de todas las tristezas.

Allí estaba, dormía, el Mesías,
hice mi lugar junto al asno, y el toro filantrópico,
y me fundía con aquél abismo sobrehumano,

portal de lejanía,
bendecida humareda,

para huérfanos.

Marioantonio Rosa.© 2013

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